miércoles, 8 de octubre de 2008

Maribel

Caminaba apresurada y descalza por un callejón sin salida. La observé desde mi ventana. Le miré sus pechos. Su camisa blanca los dejaba notar. Se movían mientras ella caminaba, sin rumbo aparente.

La llamé y le dije::

- ¡Cómo te llamas?

- Maribel, ¿qué quieres?

- ¿Puedo tocar tus pechos? Desde hace unos minutos que los miro, y su movimiento mientras caminas me excita.

- Si. Cógeme también.

1 comentario:

Animoc dijo...

Hiperealista, suerte o desgracia del hombre de la ventana....