miércoles, 22 de octubre de 2008

Ella es Julia

Se aloja desde hace unos meses en el hotel Chelsea. El hotel, es un hervidero de artistas, drogas y rock and roll. Allí conoció a Andy Warhol, en una de las tantas fiestas que se realiza en el albergue.

Ella protagonizó algunos de sus videos; yo participé en las escenas que fueron filmadas en The Factory.

Nos encontramos una noche mientras deambulaba borracho por las calles de Nueva York. Fue cuando salí de Chelsea, después de tocar con mi banda, cuando conocí a Julia. Se hallaba como un mendigo sobre un pedazo de cartón, y en ese instante supe que ella era el amor de mi vida. Esa niña de botas de cuero brillante y corté carré, cambió el rumbo de mi miserable existencia.

Se veía tan tierna, su espalda descubierta pedía con ansias que me acercara a ella. Le di mi mano, ella levantó su mirada, sus ojos sollozaban. Le pregunté si algo le ocurría o en que podía ayudarla; me contestó que recién llegaba a NY, que sus padres eran una mierda, y que estaba sola. Mientras me hablaba miraba su boca, tan hermosos eran sus labios mientras articulaba cada palabra, pero contuve mis deseos de besarla.

La levanté y le dije que podría acompañarla a un hotel bastante agradable que se encontraba a pocas cuadras de allí. Ella aceptó. Mientras caminábamos pude acariciar su espalda. Hacía tiempo que no sentía lo que en esos momentos Julía producía en mí, tocó sorpresivamente aquello que estuvo escondido entre tela de arañas por años, o quizás por siempre.

Llegamos a Chelsea, le agradó el lugar. Como contaba con poco dinero, le ofrecí algo del mio asi pudiera hospedarse unos días allí hasta que resolviera que iba a hacer de su vida en esta ciudad, extraña para ella. Lo aceptó con una sonrisa, tímida; estaba bastante callada, pero de su mirada, múltiples sensaciones y palabras fluían por sí solas, algunas por cierto, inexplicables.

Cuando me dirigí hacia la puerta del hotel, me llamó vacilante preguntándome si querría acompañarla esa noche en el albergue.

Aquella mujer cambió el rumbo de mi puta existencia, y lo peor (o mejor, quizás) fue que a pesar de las ganas tremendas que tuve que guardar dentro de mi conciencia, de mis sueños, y por debajo de mis pantalones para otro momento; a pesar de la abstinencia que viví esa noche en la cama de aquel hotel acostado a su lado, con su espalda descubierta, acurrucada como una niñita con deseos de cariño, a pesar..., me gustó compartir esa noche junto a ella. Asi fue. Me convirtió en un verdadero tarado. Nunca antes me acosté con una mujer sin cogerla. Nunca antes me sentí bien sin coger, sin drogarme o emborracharme (o si aquello ocurrió, no lo recuerdo), mi mundo giraba en torno a ello, además de la música, mi único amor hasta esa noche en que conocí a Julia... entre medio de luces parpadeantes y pedazos de cartones viejos

4 comentarios:

Diego Bartra Bazán dijo...

Que hermoso final.

Anónimo dijo...

lindo blog!

Animoc dijo...

Hola Marce!
Excelente lo suyo como siempre. Solo que deberías dejar que pongamos comentarios en más post.

no found dijo...

Hola, pase como siempre a chusmear lo que escribis (que me encanta) y no pude ver el video y lo peor, no pude dejarte comentario para contartelo.. a ver si reparamos ese error para con la humanidad jajajaja Te dejo besos por aca y paso en la semana, cuidate mucho.


Mariano